sábado, 28 de junio de 2008

LA INTIMIDAD ( charla de Osho)

LA CONFIANZA EN UNO MISMO Y EN EL OTRO


A todo el mundo le da miedo la intimidad, aunque no sea consciente de ello. La intimidad significa quedarse al descubierto ante un desconocido, y todos somos desconocidos: nadie conoce a nadie. Somos desconocidos incluso para nosotros mismos, porque no sabemos quiénes somos.


La intimidad te aproxima a un desconocido. Tienes que quitarte todas las defensas, porque solo así es posible la intimidad. Pero de eso tienes miedo: si te quitas todas las defensas, todas las máscaras, ¿quién sabe qué hará contigo el desconocido? Todos escondemos mil y una cosas, no solo de los demás, sino de nosotros mismos, porque nos ha educado una humanidad enferma con toda clase de represiones, inhibiciones y tabúes. Y el temor consiste en que con un desconocido – no importa haber convivido con esa persona treinta o cuarenta años: nunca deja de ser un desconocido – resulta más seguro mantener ciertas distancias, ciertas defensas, para que no se aprovechen de tu debilidad, de tu vulnerabilidad.


A todo el mundo la da miedo la intimidad.


El problema se complica aún más porque todo el mundo desea la intimidad. Todos desean la intimidad porque si no, te quedas solo en este universo, sin un amigo, sin un amante, sin nadie en quien confiar, sin nadie a quien abrir tus heridas. Y las heridas no pueden sanar a menos que estén abiertas. Cuanto más se esconden, más peligrosas son: hasta pueden llegar a ser cancerosas.


Por una parte, la intimidad es una necesidad esencial, y todo el mundo la desea. Queremos intimidad con la otra persona, para que abandone sus defensas, sus máscaras y la falsa personalidad, se haga vulnerable, y se muestre al desnudo, tal y como es. Por otra parte, todo el mundo teme la intimidad: deseas la intimidad con el otro, pero no abandonas tus defensas. Este es uno de los conflictos entre amigos, entre amantes: ninguno quiere abandonar sus defensas y presentarse completamente desnudo, con sinceridad, pero los dos necesitan la intimidad.


A menos que dejes a un lado tus represiones, tus inhibiciones –los regalos de las religiones, las culturas, las sociedades, los padres, la educación – jamás podrás intimar con nadie. Y tendrás que tomar la iniciativa.


Pero si no tienes represiones ni inhibiciones, tampoco tendrás heridas. Si has llevado una vida sencilla, natural, no sentirás temor a la intimidad, sino el enorme júbilo de dos llamas tan próximas que casi se convierten en una sola. Y el encuentro es increíblemente gratificante, satisfactorio, pleno. Pero antes de intentar alcanzar la intimidad, has de limpiar tu casa por completo.




Fuente: Libro,"La intimidad"; Autor, Osho; Editorial, Grijalbo